Raúl Vázquez Espinosa
Tanteos para una genealogía literaria…
“Existen dos tipos de poetas en mi
formación. Poetas que he leído o que leí en alguna época y que luego no
frecuenté, y poetas que sigo frecuentando y que no puedo dejar de leer, porque
son los poetas que me acompañan. Entonces, para mí es muy fácil contestar.
Porque dentro de los segundos estarían, por ejemplo, Antonio Machado, Jorge Luis
Borges y Eliseo Diego —desde que lo descubrí, aunque es relativamente reciente
ese descubrimiento, porque cuando digo “reciente” en una persona que ya tiene 65
años, puede ser que sea hace quince años que descubrí a Eliseo Diego—. Bueno,
también, Neruda, Huidobro, Girondo… sin embargo, a Huidobro y a Girondo, los leo
con mucho gusto, pero más esporádicamente. Puede decirse que no son poetas que
me acompañan, sino que son poetas que leo como en días festivos. Asimismo,
Octavio Paz, Villaurrutia, gran parte de Los Contemporáneos, mucho de la
Generación del 27. Ahora, entre poetas de otras leguas, Walt Whitman —que fue
para mí fundamental—, William Carlos Williams, Baudelaire. Y en el Siglo de
Oro, Garcilaso, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz. Bueno, fundamentalmente
podría decir esos, aunque habría poetas que se me pueden estar pasando
desapercibidos. Porque soy un lector de poesía muy constante. Leo todos los
días poesía y tengo la costumbre de leer un poema muchísimas veces. Porque creo
que un poema se tiene que leer muchas veces para que realmente funcione como
poema; así como podemos leer una novela una vez y puede cumplirse como novela,
nosotros tendríamos que leer muchas veces un poema para apropiarnos de él y, si
es posible, aprendérnoslo de memoria. Finalmente, ahora estoy haciendo un gran
descubrimiento, se me olvidaba decir —un descubrimiento tardío, por cierto—, de
Juan Ramón Jiménez.”
Borges, Eliseo Diego o Machado… su
reflejo en la propia escritura poética
“Yo lo que intento es que la poesía que
me guste me influya por contagio. No es una cuestión consiente. Yo no digo «…ah,
pues, en este poema o en este autor voy a ver esto como yo lo utilizo en mi propio
poema», sino lo contrario. Creo que el aprendizaje poético tiene que ser un
aprendizaje por contagio, porque tiene que surgir desde el interior hacia el
exterior. Antes de que se llene una botella no puede vaciarse. Lo que sí he
aprendido, por ejemplo, de Antonio Machado, de Jorge Luis Borges, es que es
válido hacer un tipo de poesía que no sea grandilocuente, que no utilice todo
el vocabulario de la lengua, que no sea rebuscado, sino íntima. Sobre todo me
interesa la poesía íntima.”
Sus contemporáneos…
“Los poetas de mi generación son, al
mismo tiempo, poetas a los que leo y amigos míos. Entonces es difícil
distinguir una de otra cosa. Inclusive, puede haber poetas que, aparentemente,
no tengan nada que ver con mi poesía, que sean amigos míos y que al mismo
tiempo me guste su poesía. Entre los que no solo son amigos, sino que hay
coincidencias poéticas, aunque soy un poco mayor que ellos, está Fabio Morábito,
Eduardo Hurtado, Alicia García Bergua, entre otros. Y también, por ejemplo,
David Huerta que es muy buen amigo mío, es un poeta que yo admiro, aunque su
poesía está por otra vertiente; igual que Coral Bracho. Hay poetas como
Francisco Hernández que admiro parte de la obra, no toda la obra y que no
frecuento su amistad, aunque son amigos míos pero no tan cercanos. Y bueno, se
me olvidan otros muchos que en este momento no podría mencionar.”
Del mismo modo, las vanguardias
históricas
“Yo soy un lector lúdico. Y con esto del
contagio, no leo con premeditación alevosía y ventaja. Hay un poeta que admiro
muchísimo que es Gonzalo Rojas y que leo frecuentemente, que incluso lo conocí
y admiro y lo admiré mucho como persona, que aparentemente no tiene nada que
ver con mi poesía. Sin embargo, ese tipo de poetas como Girondo, Huidobro o
Vallejo, dan profundidad y amplitud. Por ejemplo, Vallejo es de una profundidad
inmensa y los otros dan una especie de amplitud; es decir, no tenemos que
ocupar el espacio donde vivimos, el exterior nos da aire, nos da grados de
libertad. Son poetas muy importantes, que aunque no ocupemos el espacio que
generan, nos dan una libertad absoluta. En ese sentido, yo creo que las
vanguardias lo que hacen es ampliarnos, hacernos más libres. Por ejemplo, otro
que se olvidaba, que para mí es fundamental, es Eugenio Montejo. Y dentro de
los mexicanos están Lizalde, Bonifaz Nuño, López Velarde, ya que soy un lector muy
extenso de poesía. Que es lo que creo que se debe de hacer. Incluso, no solo
soy lector de autores, soy lector de poemas, ya que puede haber un autor que no
lea mucho y que tenga un poema que me encante, al cual regrese siempre.”
Las búsquedas poéticas hacia otros
horizontes… la filosofía, la ciencia…
“Estoy muy influido por la ciencia. Me encantan
las noticias que recibo de la ciencia, el asombro de todos los días. Bueno, soy
un lector de novelas, soy un lector de filosofía en la medida de mis
posibilidades. He leído, recientemente, a Heidegger, Schopenhauer y Bergson. Ya
que no me interesa, solamente, lo literario, la letra, sino la vida. Que
también me influye muchísimo.”
EPÍLOGO
La
poesía y su apuesta en un mundo que privilegia búsquedas de carácter industrial
y militar más que estéticos…
“La poesía nos hace estar mucho más
intensamente vivos. Es decir, nos hace vivir de una manera diferente. El lector
de poesía es alguien que está no solo vivo de una manera diferente a los demás,
sino más consciente de la vida. Lo que nos hace tan bien, es tener como una
especie de refugio cuando la vida nos asedia. Yo puedo sentirme angustiado o
amenazado y tener un poema en mi memoria —o no solo un poema, no solamente un poema
completo, sino unos versos— e irme a otros lados, como una especie de mantra.”
En su poema “Un árbol”, contenido en su
libro El quieto, usted escribe:
“Quiero plantar un árbol de silencio/ y sentarme a esperar/ a que sus frutos
caigan”, ¿qué significa esa espera?
“Significa que lo
menos abundante en esta época es el silencio. El auténtico silencio. El silencio
revelador y vivificador que no se puede fabricar. Es decir hay que esperarlo.
Un poco citando a Machado, al complementario Juan de Mairena, decía
“actividades quietistas”. Y creo que la poesía es una de esas actividades quietistas,
que cuando se fuerza no viene. En ese sentido, creo que hay que tener una
actitud de espera como el pescador al pez. Por mucho que uno insista en arrojar
el anzuelo, una y otra vez, si no hay un pez ahí nadando por abajo, uno no va a
pescar.”
Publicado originalmente en el suplemento cultural "Rayuela" del periódico El Péndulo, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario