Una
costumbre que tengo arraigada, cuando viajo, es la de visitar lugares que de
alguna u otra forma me generan una expectativa. Lo fue la Casa de la Cultura
“La 68” en Mérida, Yucatán; la Casa de la Torre (Museo Robert Brady) en
Cuernavaca o La Ciudadela (La Ciudad de los Libros), en el Distrito Federal. La
arquitectura, la apuesta cultural, el ambiente, los libros, son elementos que
cuando se conjugan con creatividad y rigurosidad logran, en mí, un intenso
hedonismo cognitivo.
Caminar por las calles me es una
actividad poco apreciada. Soy un anti-flâneur. Pero tengo momentos de trotamundos.
Hay lugares que me hacen dejar el espacio vital.
Una intención casi fetichista me hizo
salir de la casa esa tarde. Buscar “un lugar”. Encontrar las luces y sombras
otras. Así, con esa encomienda, es como llegué a La Enseñanza, Casa de la
Ciudad. Ubicada en el centro de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, me pareció
una joya arquitectónica y cultural. La enseñanza… es una ciudad dentro de otra.
Callejones, habitaciones, corredores, escaleras, puertas (casi incontables),
rumbos, rincones, paredes que se pierden, piedras que se funden en sí mismas. Recorrer
la enseñanza es sentir una cultura, aquella lejana y degradada al gris que se
ha perdido en su propio estar de fotografía. Yo no crecí en San Cristóbal, no
siento la ciudad, no es parte de mis recuerdos; y sin embargo, al llegar a La
Enseñanza… comprendí que, tal vez, algunos de los biólogos disparatados que
hablan de una memoria genética, no están tan equivocados. Ahí pude “recordar”
los pasos de mi madre, los lazos que me unen al entorno con una fuerza casi
inteligible. Sin embargo…
Repito, una intención casi fetichista me
hizo salir de la casa esa tarde. Se inauguraba una librería. Un recuerdo, un
homenaje, no lo sé, a otra gran librería. Se abrió, en la vieja Ciudad Real,
una versión tránsfuga de aquella librería casi mítica de Coyoacán: El Parnaso.
Y, bueno, tan dado estoy a los libros que anduve por la estantería como
desquiciado. Ahí me llevé un Martín
Fierro ilustrado por Fontanarrosa y una bella edición de La invención de Morel, publicados por
Ediciones de la Flor. Una biografía de Rafael Alberti y un Gaturro. Ya sin un peso en el bolsillo, me decidí a pedir
explicaciones. De qué se trata. La respuesta vino de Yksmark Kramsky, director
de La Enseñanza, Casa de la Ciudad: “La librería, creo, nace por el valor de
atracción que tiene La Enseñanza, Casa de la Ciudad. Por otro lado, esta
oportunidad que tenemos de abrir El Parnaso de San Cristóbal, después del
fatídico cierre de El Parnaso de Coyoacán, es un mensaje que nos dice,
esperemos, que San Cristóbal sea una ciudad con la capacidad y con los clientes
para soportar una librería de este calibre.”
Una frase me llamó la atención y me hizo
volver la vista hacia otro lado: “valor de atracción”. Qué es lo atractivo de
La Enseñanza…, qué ofrece en el medio casi desértico de los espacios culturales
que “existen” en San Cristóbal de las Casas. “Bueno, aquí se pretende promover,
rescatar y fomentar el patrimonio cultural, arquitectónico y ambiental de San
Cristóbal”, me dijo Kramsky. Sin embargo, aún dudo. “Valor de atracción”. Claro,
tengo en la memoria lo dicho al principio, eso de “La Enseñanza… es una ciudad
dentro de otra.” Todo está dispuesto para ser un festín cognitivo: la
arquitectura, impecable; la apuesta cultural, rigurosa. Y para complementar
dice el joven director: “Lo que esperamos, te lo voy a dividir, lo que queremos
hacer a corto plazo y a largo plazo: a largo plazo, en una de las áreas de la
casa, hacer la Cocina-taller María Adelina Flores, en donde enseñemos a los
jóvenes a cocinar lo que ya estamos perdiendo: los embutidos, los dulces
tradicionales, la mistela, el pan tradicional; y que cualquier persona pueda
venir aquí a tomar los cursos y a comer lo que aquí se prepare. Pensamos,
también, abrir la Escuela-taller Carlos Z. Flores, que es en donde se fomentará
las artes y oficios de los barrios de San Cristóbal: la herrería, la vela
floreada… aquello que hacíamos en nuestra ciudad. La idea es que al venir
puedas encontrar, en una parte, el pan más rico y, en otro, por ejemplo, los juguetes
tradicionales que se hacían en el barrio de Guadalupe. Asimismo, crear la Sala
de Música Hermanos Domínguez, para clases de piano. Pero, eso, se va a lograr
en algunos años con el apoyo de grandes instituciones y sobre todo de nuestras
autoridades. Lo que nos tiene, ahora, es esta primera etapa. Que es más
ciudadana. Cuando me invitaron a La Enseñanza y me dijeron que era la Casa de
la Ciudad, lo primero que dije es que teníamos que abrirla a la ciudadanía.
Porque, entonces, si no se abría, la gente sólo la vería como la Casa de la
Ciudad de nombre. Lo que queremos de ciudadanizar La Enseñanza. Y en esta
primera etapa, que ya empezamos con la apertura de El Parnaso de San Cristóbal
y la conferencia del maestro Daniel Divinsky, vamos a tener eventos confirmados
para febrero y marzo. Meses en lo que inauguraremos el área de museo con la
exposición fotográfica «San Cristóbal del siglo XX en la mirada de tres
fotógrafos», que son Marcel
Jacobson,
Gertrude Duby
y
Vicente Kramsky, a través de un trabajo de rescate que está haciendo Daniel
Garduño. En última instancia lo que queremos es que todos sientan suya la
casa.”
Recuerdo que Consuelo Sáizar dijo a
propósito de La Ciudadela: “Es un tributo vivo al pensamiento humano.” No me
equivoco al decir que La Enseñanza, Casa de la Ciudad, puede llegar a ser un
lugar de estas características. Hay tanto de humano en ella, tanto de cultura,
que es imposible sustraerse, emergencia renacentista, de pensar este espacio como
un pequeño mundo de posibilidades.
Publicado originalmente en el suplemento cultural "Rayuela" del periódico El Péndulo, No. 204, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Fotografías de La Enseñanza, Casa de la Ciudad: Lorena Díaz
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2 comentarios:
Está bonita la librería, y los libros. Pinche Rawy, no me dijiste que ibas a estar en el café de la Mary. ¿Cuál es la dirección?
Ay comentario un tanto tardado.
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